El fallo en la actualidad radica en la
gestión, al haberse mantenido invariablemente el mismo modelo durante cuarenta
años. Es necesario un cambio adaptado a los nuevos tiempos, que demuestre que
la empresa pública puede ser bien gestionada. Para ello, ciertas reglas
deberán tenerse en cuenta. Algunas de
las cuales son:
- La empresa pública debe ser dinámica. Cuando no se justifique por razones estratégicas, debe privatizarse. De igual modo, cuando se den éstas razones deber estar presente, aunque no de forma exclusiva. Lo que hoy es estratégico, puede dejar de serlo al cabo de un tiempo, y viceversa.
- La empresa pública nunca tiene que sustituir la iniciativa privada, sino acompañarla o complementarla. En los sectores en que no sea competitiva y no se justifique estratégicamente, la empresa pública no tiene razón de existir. Hay que abandonar las industrias obsoletas, y destinar los recursos a la creación y potenciación de las industrias en que se pueda ser competitiva, y donde se pueda crear empleo estable y rentable (como una de las vías para disminuir ese paro estructural, muy por encima la media europea, que permanentemente mantiene España).
- Dar autonomía a las empresas en las decisiones, y dividir los grupos en áreas especializadas por actividades. Las cabeceras deben ser muy reducidas y altamente especializadas. No se pueden mantener invariablemente las mismas estructuras arcaicas, durante años y años.
- Para evitar una menor eficacia, lo público debe competir en igualdad de condiciones en el mercado que lo privado. Las empresas públicas no deben de tener financiaciones preferenciales, ni vender productos en un mercado regulado, ni depender de los presupuestos del Estado. Así estarán sometidas al mismo riesgo de quiebra que las privadas (salvo en aquellas declaradas de interés estratégico que habrán de constituir la excepción, pero a cambio deberá ser altamente supervisada la gestión).
Criterios empresariales
- Actuar siempre con criterios empresariales, profesionalizando y no politizando la gestión pública. Los gestores deben tener un perfil de profesionalidad, eficacia y de adecuación al puesto. Es necesario cubrir el gran déficit de directivos en el sector público español (actualmente son cuadros poco cualificados en administración de empresas, y solamente algunos están preparados coincidiendo generalmente con aquellas rentables.
- Homologar las retribuciones de los directivos públicos a las del mercado, y garantizar su continuidad mediante contrato por un plazo máximo de cuatro a cinco años. Si al cabo del mismo resultan eficientes debe procederse a su renovación, y en caso contrario prescindirse. La situación actual fomenta la permanencia de los más ineficaces, que impiden que nazcan nuevos valores al producir el efecto "tapón”. Eliminan con ello, el otro factor fundamental en la vida empresarial, las promociones internas.
- Para ganar en agilidad deben eliminarse el conformismo y la burocracia, así como el amiguismo y la antigüedad como únicos valores para acceder a puestos relevantes de la empresa pública (su estatuto, es el gran asignatura pendiente del Gobierno desde 1982).
- Provocar competitividad y tareas de interés entre los empleados públicos, con actualización permanente, buen ambiente de trabajo, y un funcionamiento dinámico con posibilidades de intercambios internacionales.
Empleo estable
De lo que se trata es de no mantener empleo subsidiado, sino de crear
empleo estable bien retribuido y formado. Necesitamos un cambio industrial y
una readaptación de la empresa pública para que ésta sea gestionada adecuadamente.
Además, los trabajadores y los empresarios debemos tener garantías de que no
perderemos con una reconversión económica profunda y realista. Personalmente
creo que, tan importante es definir el tamaño deseable del Estado como de
gestionar el mismo adecuadamente.