El profesor e historiador David Spengler acaba
de publicar en The Asian Times que España es un país incompetente, despilfarrador
y de corrupción generalizada, donde nadie controla y responde de nada, y se
asignan los recursos públicos (45% del PIB) de forma disparatada e ineficaz.
Galicia tampoco se salva: El AVE lleva un
sobrecoste de 6.000 millones de EUR, porque la entrada desde Zamora se hace
por la zona más montañosa en vez de por Verín, y el trazado Ourense-Lalín-Santiago
hay que sustituirlo por el Ourense-Vigo-Pontevedra-Santiago; tres aeropuertos: Santiago, Vigo y A Coruña,
para solo 2.795.000 habitantes; dos infraestructuras portuarias: Ferrol
y Arteixo (el pozo sin fondo de Langosteira) en vez de un único puerto
intermedio en la ría de Ares; exceso de políticos (cuatro veces más) en
administraciones, cámaras, consorcios, entes, ...; Ciudad de la Cultura; tranvía turístico de A Coruña; coches de Touriño y Quintana, Museo de las Palabras de Vigo; fomento del
gallego, …
Contra esto, el Gobierno anuncia la
inhabilitación de los gestores públicos que falseen cuentas. No es suficiente,
debe también inhabilitar a los que realicen desmanes o falseen informes a
sabiendas. Como el Cedex, que pretende justificar Langosteira cuando sobra un
40% de los puertos en España. Dice que este enclave presenta unas muy buenas condiciones
de accesibilidad, y es factible durante el 97% del año. Ahora resulta que los numerosos
fondeos de buques en la ría de Ares no son por las malas condiciones
meteorológicas, sino por la mala operatividad del puerto interior. Menos lobos.
Engañará a los profanos, pero no a los expertos (marinos mercantes, ingenieros
navales y de caminos, prácticos, etc.) o a quienes hemos nacido en la zona y
sabemos que es el peor sitio de la costa Atlántica. Ya se había falseado el
proyecto y los informes para justificar su construcción, y continúa el engaño.
No es de extrañar que nos consideren un país bananero.
En el mundo la iniciativa privada se hace
cargo de los puertos generando mucha riqueza, y se destina el escaso dinero
público a sanidad, educación y otros fines sociales. Pero nuestro sistema portuario
es una antigualla, con pérdidas que nos empobrecen, donde se veta la entrada a la
iniciativa privada alegando pérdida de soberanía o la venta del patrimonio
costero. Los mismos argumentos que cuando la privatización de las empresas
públicas y que al final resultaron un revulsivo económico. Es el caso del Superpuerto
y Refugio Ártabros que debe construirlo y explotarlo la iniciativa privada para
convertirlo en uno de los principales de Europa. Hasta ahora lo único que ha
hecho el Estado es copiar sus ideas y boicotearlo.
Langosteira es ineficaz para el Tribunal de
Cuentas Europeo y supone más derroche en su finalización y elevadísimo mantenimiento.
Además, las grandes rutas seguirán pasando de largo al no poder acoger a los post Panamá tras la
ampliación del canal. El ejemplo de irresponsabilidad para David Spengler.