Artículo de opinión del autor publicado en el diario "La Voz de Galicia"
Hace más de una década, los expertos proclamaban que con la
ampliación del Canal de Panamá, Galicia estaba llamada a ser el nuevo enlace
entre el norte y el sur de Europa y a convertirse en la plataforma logística de
las mercancías del Arco Atlántico. Hablaban de la necesidad de un gran puerto, ya
que los existentes, en construcción o proyectados, eran poca cosa en
comparación con Rótterdam, Valencia, Barcelona o Algeciras. Advertían que no
había que dormirse en los laureles, ya que nuestros enclaves solo atraían (y
atraen) un 10% de los 50.000 buques que cada año pasan por el corredor de Fisterra.
En 2005 los gurús contratados por la Xunta volvían a decantarse
por la misma estrategia. Así, el japonés Kenichi Ohmae (mundialmente conocido
como el Señor Estrategia), decía: “Galicia lo que debe hacer es disponer de
un gran puerto principal. Si creen que los existentes cumplen condiciones vayan
a ver los nuevos puertos de Singapur o Corea”. Leonardo Carbone, consejero
delegado de la naviera italiana Grimaldi: “Sí Galicia quiere acceder a los
grandes buques procedentes de América deberá plantearse un superpuerto”. Holstila,
director general de la finlandesa Culminatium: “No esperen a hundirse para
reaccionar. Se puede tener éxito en cualquier lugar del mundo, no es un
problema ser remoto o periférico”.
Todo lo que se les ocurrió a los políticos fue lo de “Galicia puerto único”, una inmensa
falacia que suena bien y da sensación de sapiencia. Entre tanto las grandes inversiones se realizaban en el Mediterráneo (actualmente
mueve 8 de cada 10 contenedores en España). Por el contrario las pocas inversiones
del Atlántico son el colmo de los despropósitos, al estar pesimamente
proyectadas. En los últimos tiempos Laxe, actual presidente de Puertos del
Estado, sacó de la chistera lo de “la coopetición
portuaria”, otra ocurrencia más para ilusos. La unión/coordinación de
puertos pequeños nunca funciona, porque no se alcanza la masa crítica y además va
contra la competencia. Se ha despilfarrado no solo en su construcción sino
también en su promoción, ya que son invendibles.
Mientras, Portugal ha decidido paralizar el AVE para potenciar el puerto de Sines (a pesar de sus fragilidades) de cara a la ampliación del Canal de Panamá. Por contra, Galicia continúa sin peso en el tráfico marítimo mundial, nuestros pequeños puertos casi vacíos por falta de un gran enclave aglutinador (hub), la plataforma logística en el baúl de los recuerdos, y los ciudadanos hastiados de tanta incompetencia y mediocridad.