Dicen que el tiempo
siempre da la razón a quién la tiene. La frase viene a cuento a raíz de la
medida adoptada por el Ministerio de Fomento, declarando una parte de la ría de
Ares como zona de servicio de los puertos de Ferrol y de A Coruña. Es el reconocimiento
de un hecho tangible y contrastado, ya que esta ría por sus condiciones
naturales de abrigo opera históricamente como fondeadero. Sirve de abrigo a los buques que
van a la refinería coruñesa y cuando hay temporal a los que pasan por la zona, pero
debería aprovecharse para bastante más.
Esta nueva perspectiva de futuro ha llegado, pues el pasado día 03-11-2014 el BOE ha publicado las modificaciones puntuales de delimitación de usos y espacios de las
Autoridades Portuarias de Ferrol-San Cibrao y A Coruña. Así, ambos puertos incorporan la ría de Ares a su zona de servicio para
fondeo, como primer paso para la construcción de un futuro gran puerto en el
Atlántico peninsular.
Muchas mercancías gallegas se transportan por toda España desde o hacia los
puertos de Valencia o Algeciras, donde atracan los grandes buques, lo que
supone su encarecimiento y un desplazamiento de la actividad de las empresas
hacia otros lares. Por ejemplo, solo la actividad de la multinacional Inditex
justifica un superpuerto en Ares, pero parece que tener esta empresa en Galicia
no es un orgullo como para facilitarle la actividad.
Todos
saben que Ártabros fue diseñado en 1994 para la construcción de un superpuerto
en la ría de Ares, que no obtuvo nunca el visto bueno de la clase política
dominante. Eran tiempos en que las grandes obras construidas con dinero público
no dejaban espacio a la iniciativa privada, y así este país se inundó de
aeropuertos peatonales, AVEs sin pasajeros, autopistas a ninguna parte, etc. Nuestro
país disponía de muchos recursos procedentes de las privatizaciones y de los
fondos europeos, y con esta riqueza y la prepotencia dominante de los
políticos, era imposible que un grupo de ingenieros pudiéramos promover un
puerto capaz de competir con los del Mediterráneo y Róterdam. Los múltiples
intentos de las empresas interesadas en el proyecto chocaban con un Ministerio
de Fomento exultante de obras, y que impulsaba por el contrario sendos puertos
exteriores en Ferrol y A Coruña, que al final sirven solo para el uso y
disfrute de los pájaros. Un fracaso por el que nadie paga, ni pagará, salvo los
ciudadanos con nuestros dineros.
En
el pasado el Ministerio de Fomento boicoteó Ártabros, desalentando a las
empresas socias y a las interesadas. Hanjin Shiping, Hutchison Port Holdings y
D.P.World, cansadas de esperar acabaron instalándose en el Arco Mediterráneo,
puesto que era la única salida que les ofrecían los políticos ya que los
puertos exteriores en construcción no servían para sus fines. En otros casos,
las inversiones no se realizaron o se fueron a otros países. Ahora parece que
la sensatez han llegado a Fomento, y ha dado un importante paso reconociendo lo
obvio, tantas veces solicitado por Ártabros. Según Fomento, “se pretende ganar
ventajas competitivas en la captación de tráficos marítimos, para equipararlos
a los mejores puertos del mundo. Los barcos fondeados en el puerto natural de
Ares podrán hacer el relevo de sus tripulaciones, reparaciones menores que no
precisen de entrada en astillero o recibir avituallamiento de víveres,
combustible y otras provisiones”. Desde Ártabros opinamos que esto son solo
migajas, porque se puede aspirar de un gran puerto competitivo que genere
riqueza, sea refugio, y además compita con los mejores del mundo. Los puertos
interiores ferrolano y coruñés apenas llegan a un 0,8% del PIB gallego (los
exteriores 0%, lo cual demuestra el error de dicha inversión), pero la
construcción de Ártabros supondrá un incremento aproximado del 4% lo que da una
idea de su impacto en la economía gallega.
Bienvenido sea
este avance, aunque a todas luces insuficiente. Se necesita algo más para que Galicia
pueda aprovechar el inmenso tráfico que pasa frente a sus costas y disponga de un puerto
refugio. Ártabros, el
puerto que no se quiso hacer porque no participaba del famoso 3% citado por Maragall, sigue siendo la
alternativa porque además de la favorable vocación marítimo-territorial de su
emplazamiento tiene como aliado la suavidad de su orografía, la proximidad a
las infraestructuras de comunicación terrestre, y las condiciones para
garantizar su función como “hub global”, es decir, uno de los grandes puertos
mundiales.
Manuel Casal Pita, doctor ingeniero naval y
presidente de Superpuerto Ártabros.