miércoles, 21 de julio de 2010

Solo se acuerdan de la mar cuando hay accidentes

Artículo de opinión del autor publicado en el diario "La Voz de Galicia"

El Prestige, que produjo la gigantesca marea negra que tiñó de fuel la costa desde el Miño hasta el Canal de la Mancha, vuelve a ser noticia. Un decálogo para evitar nuevos errores, podría ser:
  • Consultar a expertos solventes e independientes, pues no hubiese pasado de un simple incidente. Actuaciones como la de López-Sors (asesoró mal Gobierno), el perito Martín Criado y las juntas directivas del colectivo de ingenieros navales, nos sitúan como un país bananero. Fueron capaces de contradecir las enseñanzas universitarias para respaldar a López-Sors.
  • Recoger información del estado del buque para corregir la situación con trasvases internos u otros. El barco fue mal adrizado, ya que en vez de trasvasar fuel a los tanques vacíos se llenó con agua, cargándolo demasiado y aumentando en exceso el calado y el máximo momento flector admisible. Probablemente el capitán esperara poder llevar el buque a un lugar protegido, como es habitual.
  • Tomar decisiones lo más pronto posible es básico porque, sí un buque no se hunde durante las primeras horas, tiene un 95% de posibilidades de salvarse.
  • Nunca pasear un buque averiado en medio de la tempestad, pues se agrava su situación,
  • Llevarlo a una puerto refugio cercano para acometer el trasvase hacia otros buques, si no se pudiese realizar internamente. Caso de no existir llevarlo a un lugar de refugio, porque es preferible sacrificar una pequeña zona que regar toda la costa de fuel.
  • Nunca mar adentro porque, cuanto más se aleja más se somete al temporal con lo que, las posibilidades de zozobra y dispersión del fuel son mayores.
 
 
  • Menos contra las corrientes, porque es escupir contra el viento. Las costas gallegas reciben la profunda Corriente del Labrador por lo que el fuel se vio impulsado inicialmente de sur a norte. Al ir poco a poco ascendiendo, parte se vio arrastrado por la subsuperficial Corriente de Navidad que lo desplazó hacia el litoral Cantábrico, y otra parte por la superficial Corriente del Golfo que lo esparció por las costas gallegas.
  • No despreciar la Ciencia. Los productos energéticos no se congelan en las profundidades al solidificar a temperaturas inferiores a –15ºC. A 4.000 m, donde está hundido el pecio del Prestige, el agua marina oscila entre 1° y 5°C, a 5.000 m entre –2° y 1°C. La famosa solidificación anunciada, equivalía a suponer que el fondo marino era una mole de hielo. Si levantase la cabeza Julio Verne...
  • No inventar soluciones quijotescas. Bombardear el navío, cubrir el pecio con un sarcófago de hierro, reflotarlo, etc. Es más fácil construir un palacio en Marte que operar a 4.000 m, siendo más que cuestionable el sellado de Repsol.
  • No engañar a los ciudadanos. La transparencia es básica en una sociedad democrática avanzada.
A pesar de los hilillos, galletas, lentejas y playas esplendorosas, el buque fantasma continúa soltando chapapote a cuentagotas. Los gallegos estamos enojados porque siempre se repiten los mismos errores, pero también porque el Gobierno no hace nada por la seguridad marítima.