Artículo de opinión del autor publicado en "Diario de Ferrol"
El 1985,
tras la reconversión naval, un grupo de expertos estabamos trabajando en
diversas iniciativas para paliar la crisis ferrolana. Su economía había sido tradicionalmente dependiente de las actuaciones
del Estado, lo que había consolidado un modelo de desarrollo exógeno y
monofuncional, tanto en lo productivo como en la toma de decisiones. Durante
siglos su actividad se había centrado en la base naval y la construcción de
grandes buques mercantes y de guerra, que había propiciado el monocultivo
industrial. En 1975 era la tercera ciudad gallega en importancia demográfica y
económica, tras Vigo y A Coruña, y diez años más tarde había descendido a la
séptima.
Con la
crisis industrial del 73 comenzó su lento pero paulatino declive y las
reconversiones navales (necesarias) de los 80 lo agudizaron. Además había otros
factores agravantes:
- Su ubicación le otorgaba una escasa población flotante y movilidad social, al ser terminal de desplazamientos. Esto, en conjunción con el alto déficit de infraestructuras viarias, conllevaba a que la mayoría de los flujos fueran sólo intercambios de ámbito comarcal.
- El carácter cantonal militar que aportaba una población neutral de continua movilidad, con desarraigo social y desvinculación de la vida local. Si a ello uníamos el carácter burocrático de la organización y el trabajo de la gran empresa pública, nos encontramos que contribuía poco a desarrollar elementos empresariales y a la diversificación. Las instalaciones militares y navales, con su intensa utilización de las mejores condiciones portuarias de la ría, frenaban el desarrollo de la actividad mercante y le quitaban al puerto su natural carácter de emporio industrial y espacio privilegiado para la concentración de economías de escala. No se dejaba de reconocer que inicialmente habían revalorizado el emplazamiento de la ciudad, pero posteriormente, habían dificultado su desarrollo y apertura al entorno regional.
- El monocultivo industrial había evitado adquirir la complejidad relacional necesaria para romper la dependencia externa, al estar sujeta a la política general del Estado. Sin caer en exageraciones, afirmábamos que Ferrol se había fundado por decreto (Carlos III) y por decreto funcionaba, quedando siempre a merced de los ciclos económicos nacionales.
- Su dicotomía social. Como consecuencia de la doble especialización castrense e industrial, su sociología urbana se había dividido en funcionarios militares y obreros, con un reparto desigual de la renta económica y del poder social, que no tenía ninguna correspondencia con el peso demográfico específico de cada colectivo. Esta bipolarización funcional no favorecía la integración ciudadana, al estructurarse clases y modos de vida diferenciados.
Reindustrialización
Con éste panorama no se podía encomendar la
reindustrialización solamente a las iniciativas locales. El objetivo era,
situar a Ferrol en el espacio de una futura conurbación capaz de potenciar el
Norte de Galicia, aprovechando de esta forma su integración espacial y
funcional en el conjunto de la región. Aunque los trabajos realizados tenían
como finalidad el entorno de Ferrol sin embargo, y como trasfondo, aparecía la
marginación del Eje Atlántico (del que hablaremos en otro artículo). Muchas
promesas y ayudas para la reindustrialización (ZUR, ZID, etc.), pero ésta nunca
llegó. Al día de hoy la situación se ha deteriorado en extremo, sumiéndose la
ciudad en una gran crisis social, económica, política y urbanística. Las soluciones de entonces (y que fueron recogidas en mi tesis
doctoral del 90), pasaban por canalizar hacia el noroeste un proyecto singular,
con un potencial de desarrollo propio que generara una dinámica de avance y
progreso. Y esto solamente sería capaz de realizarse con iniciativas
gubernamentales y/o de la Xunta. Las recetas siguen siendo válidas:
- Superpuerto en la ría de Ares como gran polo de desarrollo (véanse los artículos de CINCO DIAS del 18-08-98 y 28-07-99 y DIARIO DE FERROL del 01-02-00), y con gran demanda por el comercio internacional: menos viajes de buques, más rápidos y con mayor capacidad para disminuir gastos. Esta alternativa es una opción (intermedia y más viable) de encuentro para Ferrol y Coruña, en lugar de los contrapuestos proyectos de Caneliñas y Punta Langosteira. Así, aún sobraría mucho dinero para modernizar las infraestructuras viarias, ferroviarias y energéticas de todo el norte de la provincia de A Coruña. Se conformaría un primer hinterland de alta intensidad económica, cuyos vértices serían las ciudades de Ferrol, A Coruña, y Santiago. Y un segundo inducido que abarcaría a todo el noroeste de España.
- Líneas ferroviarias de alta velocidad Ferrol-Francia, Ferrol-Madrid, y Ferrol-Portugal (Lisboa), electrificadas, con doble vía, y habilitadas para metroligero en cercanías y tráfico de mercancías.
- Transcantábrica por la costa hasta Ferrol, para conectarla con la Autopista del Atlántico.
Hay que dar a nuestra ciudad
departamental un nuevo diseño económico, social,
territorial e infraestructural, que le permita romper su crisis de identidad. El Gobierno y/o la Xunta tienen en sus manos
la decisión para, que deje de ser una ciudad discriminada y a la vez, ayudar a
paliar el desequilibrio territorial entre el Eje Atlántico y del Mediterráneo.
Ciudad triste
Torrente Ballester dijo, tras la reconversión
naval, que la ciudad que le vio nacer era una ciudad triste. Quince años
después está igual o más triste, porque ninguno de nuestros políticos ha
luchado realmente por Ferrol. Unos plegándose a sus jefes políticos foráneos y
otros actuando con ambigüedad para recoger votos echando culpas a los errores
de los anteriores. Tras tantos años de inoperancia, en vez de acudir a sus
mítines, habría que organizarles protestas.