miércoles, 26 de noviembre de 2014

Ártabros tenía razón

Publicado en LA VOZ DE GALICIA el 26 de noviembre de 2014

Dicen que el tiempo siempre da la razón a quién la tiene. La frase viene a cuento a raíz de la medida adoptada por el Ministerio de Fomento, declarando una parte de la ría de Ares como zona de servicio de los puertos de Ferrol y de A Coruña. Es el reconocimiento de un hecho tangible y contrastado, ya que esta ría por sus condiciones naturales de abrigo opera históricamente como fondeadero. Sirve de abrigo a los buques que van a la refinería coruñesa y cuando hay temporal a los que pasan por la zona, pero debería aprovecharse para bastante más.


Esta nueva perspectiva de futuro ha llegado, pues el pasado día 03-11-2014 el BOE ha publicado las modificaciones puntuales de delimitación de usos y espacios de las Autoridades Portuarias de Ferrol-San Cibrao y A Coruña. Así, ambos puertos incorporan la ría de Ares a su zona de servicio para fondeo, como primer paso para la construcción de un futuro gran puerto en el Atlántico peninsular. Muchas mercancías gallegas se transportan por toda España desde o hacia los puertos de Valencia o Algeciras, donde atracan los grandes buques, lo que supone su encarecimiento y un desplazamiento de la actividad de las empresas hacia otros lares. Por ejemplo, solo la actividad de la multinacional Inditex justifica un superpuerto en Ares, pero parece que tener esta empresa en Galicia no es un orgullo como para facilitarle la actividad.

Todos saben que Ártabros fue diseñado en 1994 para la construcción de un superpuerto en la ría de Ares, que no obtuvo nunca el visto bueno de la clase política dominante. Eran tiempos en que las grandes obras construidas con dinero público no dejaban espacio a la iniciativa privada, y así este país se inundó de aeropuertos peatonales, AVEs sin pasajeros, autopistas a ninguna parte, etc. Nuestro país disponía de muchos recursos procedentes de las privatizaciones y de los fondos europeos, y con esta riqueza y la prepotencia dominante de los políticos, era imposible que un grupo de ingenieros pudiéramos promover un puerto capaz de competir con los del Mediterráneo y Róterdam. Los múltiples intentos de las empresas interesadas en el proyecto chocaban con un Ministerio de Fomento exultante de obras, y que impulsaba por el contrario sendos puertos exteriores en Ferrol y A Coruña, que al final sirven solo para el uso y disfrute de los pájaros. Un fracaso por el que nadie paga, ni pagará, salvo los ciudadanos con nuestros dineros.

En el pasado el Ministerio de Fomento boicoteó Ártabros, desalentando a las empresas socias y a las interesadas. Hanjin Shiping, Hutchison Port Holdings y D.P.World, cansadas de esperar acabaron instalándose en el Arco Mediterráneo, puesto que era la única salida que les ofrecían los políticos ya que los puertos exteriores en construcción no servían para sus fines. En otros casos, las inversiones no se realizaron o se fueron a otros países. Ahora parece que la sensatez han llegado a Fomento, y ha dado un importante paso reconociendo lo obvio, tantas veces solicitado por Ártabros. Según Fomento, “se pretende ganar ventajas competitivas en la captación de tráficos marítimos, para equipararlos a los mejores puertos del mundo. Los barcos fondeados en el puerto natural de Ares podrán hacer el relevo de sus tripulaciones, reparaciones menores que no precisen de entrada en astillero o recibir avituallamiento de víveres, combustible y otras provisiones”. Desde Ártabros opinamos que esto son solo migajas, porque se puede aspirar de un gran puerto competitivo que genere riqueza, sea refugio, y además compita con los mejores del mundo. Los puertos interiores ferrolano y coruñés apenas llegan a un 0,8% del PIB gallego (los exteriores 0%, lo cual demuestra el error de dicha inversión), pero la construcción de Ártabros supondrá un incremento aproximado del 4% lo que da una idea de su impacto en la economía gallega.

Bienvenido sea este avance, aunque a todas luces insuficiente. Se necesita algo más para que Galicia pueda aprovechar el inmenso tráfico que pasa frente a sus costas y disponga de un puerto refugio. Ártabros, el puerto que no se quiso hacer porque no participaba del  famoso 3% citado por Maragall, sigue siendo la alternativa porque además de la favorable vocación marítimo-territorial de su emplazamiento tiene como aliado la suavidad de su orografía, la proximidad a las infraestructuras de comunicación terrestre, y las condiciones para garantizar su función como “hub global”, es decir, uno de los grandes puertos mundiales.

Manuel Casal Pita, doctor ingeniero naval y presidente de Superpuerto Ártabros.