jueves, 18 de diciembre de 2014

Ártabros, el puerto que no se quiso hacer porque no participaba del famoso 3% citado por Maragall

Publicado en la revista PUERTOS Y NAVIERAS
Publicado en EL ECONOMISTA y en la REVISTA DE TRANSPORTE de El Economista

El puerto que se rechazó para hacer la operación urbanística de la Coruña; ahora vuelve reivindicado.




Dicen que el tiempo siempre da la razón a quién la tiene. La frase viene a cuento a raíz de la medida adoptada por el Ministerio de Fomento, declarando una parte de la ría de Ares como zona de servicio de los puertos de Ferrol y de A Coruña. Es el reconocimiento de un hecho tangible y contrastado, ya que la ría de Ares, por sus condiciones naturales de abrigo, opera históricamente como lugar de fondeo. Sirve de abrigo a los buques que van a la refinería coruñesa, y cuando hay temporal a los buques que pasan por la zona, pero debería aprovecharse para bastante más. Muchas mercancías de empresas gallegas se transportan por toda España para ser embarcadas o desembarcadas en los puertos de Valencia o Algeciras, donde atracan los grandes buques, lo que supone un encarecimiento extra de las mismas y un desplazamiento de la actividad de estas empresas hacia otros lares. Por ejemplo, solo la actividad de la multinacional Inditex podría justificar un puerto para grandes navíos en la ría de Ares, pero parece que tener esta empresa en nuestro país no es un orgullo como para facilitarle la actividad.

Todo el mundo sabe que Ártabros es un proyecto diseñado en 1994 para la construcción de un superpuerto en la ría de Ares, que no obtuvo nunca el visto bueno de la clase política dominante. Eran tiempos en que las grandes obras construidas con dinero público no dejaban espacio a la iniciativa privada, y así este país se inundó de aeropuertos peatonales, AVEs sin pasajeros, autopistas a ninguna parte, etc. Nuestro país disponía de muchos recursos económicos procedentes de las privatizaciones y de los fondos europeos, y con esta riqueza y la prepotencia dominante de los políticos, era imposible que un grupo de ingenieros pudieran promover un puerto capaz de competir con los del Mediterráneo y también con Róterdam. Los múltiples intentos de las empresas interesadas en el proyecto chocaban con un Ministerio de Fomento exultante de obras, y que impulsaba por el contrario sendos puertos exteriores en Ferrol y A Coruña, que al final sirven solo para el uso y disfrute de los pájaros. Un fracaso por el que nadie paga, ni pagará, salvo los ciudadanos con nuestros dineros.

Por el Corredor del Noroeste pasa un 30% del comercio mundial y un 88% del europeo, es decir unos 45.000 buques/año, siendo un 28,5% (34 buques/día) de mercancías peligrosas. Estas cifras dan idea del intenso tráfico marítimo que soporta el mar de Galicia, por donde surca la autopista náutica (la M-30 del Atlántico) que transcurre frente a sus costas. Pero los buques continuarán pasando de largo, como se verá con el paso de los años, porque para que se detengan necesitan no solo abrigo, sino una amplia superficie portuaria, grandes líneas de atraque, y una alta actividad económico-industrial. Y esa actividad solo es capaz de generarla la iniciativa privada.

Galicia, y en especial la ría de Ares, tienen una situación estratégica envidiable para desempeñar una función relevante en el futuro del transporte marítimo. Ártabros, el puerto que no se quiso hacer porque no participaba del  famoso 3% citado por Maragall, sigue siendo una alternativa porque además de la favorable vocación marítimo-territorial de su emplazamiento tiene como aliado la suavidad de su orografía, la proximidad a las infraestructuras de comunicación terrestre, y las condiciones optimas para garantizar de partida su función como “hub global”, es decir, como uno de los grandes puertos mundiales.  La idea de un gran puerto en Galicia es buena, porque la situación geográfica de nuestra Comunidad la hace propicia para una instalación portuaria de primer orden, a la que no se debe renunciar y por la que se debe seguir luchando. Pero los lugares elegidos nunca fueron los adecuados, ya que los criterios estuvieron basados en motivos políticos y nunca técnicos, y por eso el Eje Atlántico carece de un enclave relevante.

En el pasado el Ministerio de Fomento boicoteó Ártabros, desalentando a las empresas socias y a las interesadas en Ártabros. Operadores como Hanjin Shiping, Hutchison Port Holdings y D.P.World, cansados de esperar acabaron instalándose en el Arco Mediterráneo, puesto que era la única salida que les ofrecían los estamentos políticos. En otros casos, las inversiones no se realizaron o se fueron a otros países. Parece que ahora la cordura y la sensatez han llegado al Ministerio de Fomento, y han optado por dar un importante paso reconociendo lo obvio, y tantas veces solicitado por Ártabros. Todavía se está a tiempo de construir este superpuerto siempre y cuando el Gobierno lo autorice, sin interferencias y con voluntad política de hacer algo por Galicia y el resto del Eje Atlántico, en una España orientada cara al Mediterráneo.

Según Fomento, la decisión pretende "ganar ventajas competitivas en la captación de tráficos marítimos, para equipararlos a los mejores puertos del mundo". Los barcos fondeados en el puerto natural de Ares podrán hacer el relevo de sus tripulaciones, reparaciones menores que no precisen de entrada en astillero o recibir avituallamiento de víveres, combustible y otras provisiones. Desde Ártabros opinamos que este paso es importante pero no suficiente, son solo migajas, porque se puede aspirar de un gran puerto competitivo, que genere riqueza, sea refugio y además compita con los mejores del mundo. Los puertos interiores ferrolano y coruñés apenas llegan a un 0,8% del PIB gallego (los exteriores 0%, lo cual demuestra el error de dicha inversión), pero la construcción de Ártabros supondrá un incremento aproximado del 4% lo que da una idea de su impacto en la economía gallega. Todo ello sin tener en cuenta el polígono industrial anexo y los beneficios indirectos.

Bienvenido sea este avance, aunque a todas luces es insuficiente. Se necesita algo más para que Galicia pueda aprovechar el inmenso tráfico que pasa frente a sus costas y disponga de un puerto refugio. Al menos, se podría demostrar este nuevo talante con la autorización de la terminal energética (según solicitud del 03-09-2009, que se planteó como alternativa al almacenamiento Cástor cuyo fracaso es de todos conocido) y parte del polígono industrial anexo, dejando para más adelante las terminales de: carga general, contenedores, vehículos, reparación y mantenimiento de buques, etc. No creemos que el país esté para desperdiciar inversiones industriales.

Manuel Casal Pita, doctor ingeniero naval y presidente de Superpuerto Ártabros.