Articulo publicado en varias revistas por: Santiago March, profesor interino de la universidad
de Harvard
La excelencia
universitaria no es sólo cumplir con lo requerido en cada curso, sino que supone
la participación activa en actividades empresariales que complementen la
personalidad de lo profesores. Se trata no solo de cumplir las labores docentes,
sino de complementar la formación académica con la participación de los
profesores en actividades relacionadas con la vida empresarial, y a ser posible
con el I+D+i. Por desgracia, la universidad española evita la competencia para
elegir a los mejores, y apenas utiliza mecanismos limpios. El Ministerio de
Educación, calcula que el 73% del cuerpo docente de las universidades públicas y
el 87% de las privadas del curso 2013/14, estudió en el centro en el que está
contratado. Pero lo más grave es que apenas el 2% de los profesores de todas
las universidades tienen contacto con el mundo empresarial. Es decir las
universidades españolas viven de espalda al mundo para el cual se supone que le
aportan experiencia y formación. España no ha tenido un premio Nobel científico
desde hace más de un siglo y el sistema universitario español apenas cuenta con
patentes.
En la universidad española lo que cuenta son las lealtades.
Según el estudio realizado por Sanz-Menéndez y Laura
Cruz, en el 95% de los casos el docente que ganó una plaza ya trabajaba en el
centro donde logró un puesto fijo; el 70% no tuvo ningún contrincante. Además,
el 69% obtuvo la plaza en la autonomía donde nació. La acreditación de la ANECA
tampoco sirve para mucho. Un profesor puede tener años de experiencia profesional
y académica, una alta cualificación docente según los alumnos, y haber
realizado muchas investigaciones, pero como no sea coincidente con los
requisitos anquilosados de la ANECA es como si fuese un novato. Las
universidades extranjeras impiden contratar a un doctor propio salvo que haya
estado en el exterior, o haya tenido experiencia empresarial, durante al menos
tres años. Lanzan a sus doctores a competir en los mercados del mundo y reclutan
doctores de fuera para sus departamentos. Parten de la base de que es imposible
una universidad de primera si no tiene talento de primera.
Después de 20
años como profesor de económicas, cansado de tanta endogamia, amiguismo y
cuchipanda, nuestro buen doctor D. Manuel Casal Pita (doctor ingeniero naval
por la Universidad Politécnica de Madrid), ha dejado de ejercer en la
Universidad San Pablo-CEU para dedicarse exclusivamente al mundo empresarial. Seguramente
este ámbito ganará mucho con su entera dedicación y el mundo universitario
perderá mucho con su marcha. Es una pena que la universidad española deje de
contar con un profesor con años de experiencia empresarial, con gran actividad
en el campo de la investigación y con unas evaluaciones excelentes por parte de
los alumnos, como se puede ver en el cuadro adjunto.
La intención del
Ministerio de Educación es dar más importancia a que el aspirante haya
trabajado fuera de los campus. La experiencia profesional y el haber aportado
conocimiento al sector productivo o a las empresas -factores que hasta ahora apenas
cuenta- contarán tanto o más que el haber desempeñado cargos de responsabilidad
en la gestión educativa. Los méritos serán la calidad de la actividad
investigadora y la calidad de la actividad docente. Y, después, la
transferencia de conocimientos al sector productivo y la implicación en
empresas de base tecnológica, así como la experiencia profesional, entendida
como calidad y dedicación a actividades profesionales en empresas,
instituciones, organismos de investigación u hospitales, distintas a las docentes
o investigadoras. Este nuevo baremo se inspira en el modelo anglosajón y supone
una forma de combatir la endogamia porque seleccionará a los mejores profesores,
y ayudará a evitar que personas con pocos méritos designadas a dedo consigan su
acreditación.
Un baremo que
llega tarde para algunos buenos profesores, aunque nunca es tarde para cambiar
la universidad.