sábado, 9 de febrero de 2013

Langosteira, el simbolo de un modelo económico desastroso

El tráfico portuario español está volviendo a crecer a ritmos superiores al 8%, a pesar de la crisis, lo que duplica las cifras de incremento previstas por el Ministerio de Fomento, con lo que el movimiento interanual ronda ya los 500 millones de toneladas (récord histórico). Este crecimiento demuestra la competitividad de ciertos puertos a pesar de la escasa inversión pública.

El Ministerio de Fomento destaca la necesidad de una colaboración del sector público y el privado para el desarrollo de nuevas infraestructuras, aunque sólo contempla el corredor Mediterráneo y los accesos viarios y ferroviarios al puerto de Barcelona como los proyectos que contarán con participación de capital privado. El puerto de Valencia ocupa el primer lugar del Mediterráneo en tráfico de contenedores y Algeciras se sitúa en el tercer puesto. Las previsiones para Algeciras elaboradas por una importante consultora indican que, a pesar de la crisis, pasará a multiplicar por tres su actividad en el plazo de unos pocos años. Crecimiento casi tan importantes se prevén para Valencia y Barcelona.

 Mientras Galicia decrece, y no cuenta en el ámbito nacional porque carece de un gran puerto o de algún proyecto atractivo a medio plazo. A lo largo de estos años, principalmente desde 2003 a 2011, ya anticipábamos en diversos articulos y estudios este panorama y, que la única forma de romper esa tendencia era dando entrada a la iniciativa privada en un gran proyecto. Como alternativa planteábamos el proyecto de Ártabros, al que la Xunta no autorizó salir al mercado para potenciar el puerto de Langosteira.

Langosteira es el reflejo de un modelo de inversión pública disparatada, que va a dejar graves deudas a las siguientes generaciones. Es el símbolo de ese boom inmobiliario producido por un modelo económico desastroso, que ha llenado el país de aeropuertos peatonales (como dijo el actual ministro de Asuntos Exteriores), autopistas de peaje sin automóviles, puertos sin mercancías y multitud de edificios sin usuarios. Es, sencillamente, ese lujo que no nos podemos permitir. Véase el artículo que publicó La Voz de Galicia el pasado 4 de febrero de 2013, donde se ve el nulo atractivo del Puerto Exterior de A Coruña.


Las empresas que apoyan a Ártabros Port aún recuerdan las palabras que el actual Presidente de la Xunta (antes Conselleiro de Política Territorial, Obras Públicas y Vivienda) pronunció en 2004, al ser preguntado por los medios de comunicación: “Primero Langosteira y después Ártabros”, lo que representa la idea del PP respecto a la iniciativa privada. Pues bien, dado que el proyecto de Langosteira ya es una realidad, creemos que es hora de dar paso a Ártabros puesto que ha pasado una década y todo sigue igual.

Puerto refugio
A lo largo de estos años hemos planteando la construcción de un pequeño puerto refugio que se cerraba automáticamente con un barco-puerta cuando el buque estaba dentro. La propuesta consiste en la construcción de un puerto refugio con posibilidad de ampliación a un puerto comercial, porque la iniciativa privada solamente lo construirá si le permiten explotar un enclave privado. Cuando acaeció el accidente del Prestige  lo lógico hubiera sido refugiar el barco, pero la oposición de todos los puertos fue muy feroz por las malas actuaciones del pasado. Para evitar nuevas catástrofes, un puerto refugio tiene buena acogida en la actualidad, porque se dispondría de un enclave donde llevar los buques en caso de cualquier incidencia.

La decisión sobre Ártabros, es decir todos los permisos y trámites dependen de la Xunta de Galicia, incluida la aprobación del estudio de Impacto Ambiental. Esperemos que la Xunta sea capaz de reflexionar acerca del panorama portuario gallego, y acierte a ver qué Ártabros supone la única posibilidad de que Galicia atraiga a la iniciativa privada en el ámbito portuario, tan vital para esa colaboración público-privada por la que aboga el ministerio de Fomento.