El tráfico portuario español está volviendo a
crecer a ritmos superiores al 8%, a pesar de la crisis, lo que duplica las cifras
de incremento previstas por el Ministerio de Fomento, con lo que el movimiento
interanual ronda ya los 500 millones de toneladas (récord histórico). Este
crecimiento demuestra la competitividad de ciertos puertos a pesar de la escasa
inversión pública.
El Ministerio de Fomento destaca la necesidad de
una colaboración del sector público y el privado para el desarrollo de nuevas
infraestructuras, aunque sólo contempla el corredor Mediterráneo y los accesos
viarios y ferroviarios al puerto de Barcelona como los proyectos que contarán
con participación de capital privado. El puerto de Valencia ocupa el primer
lugar del Mediterráneo en tráfico de contenedores y Algeciras se sitúa en el
tercer puesto. Las previsiones para Algeciras elaboradas por una importante
consultora indican que, a pesar de la crisis, pasará a multiplicar por tres su
actividad en el plazo de unos pocos años. Crecimiento casi tan importantes se prevén para Valencia y Barcelona.
Mientras Galicia
decrece, y no cuenta en el ámbito nacional porque carece de un gran puerto o de
algún proyecto atractivo a medio plazo. A lo largo de estos años,
principalmente desde 2003 a 2011, ya
anticipábamos en diversos articulos y estudios este panorama y, que la única
forma de romper esa tendencia era dando entrada a la iniciativa privada en un
gran proyecto. Como alternativa planteábamos el proyecto de Ártabros, al que
la Xunta no autorizó salir al mercado para potenciar el puerto de Langosteira.
Langosteira es
el reflejo de un modelo de inversión pública disparatada, que va a dejar graves
deudas a las siguientes generaciones. Es el símbolo de ese boom inmobiliario
producido por un modelo económico desastroso, que ha llenado el país de
aeropuertos peatonales (como dijo el actual ministro de Asuntos Exteriores),
autopistas de peaje sin automóviles, puertos sin mercancías y multitud de
edificios sin usuarios. Es, sencillamente, ese lujo que no nos podemos
permitir. Véase el artículo que publicó La Voz de Galicia el pasado 4 de febrero de 2013, donde se ve el nulo atractivo del Puerto Exterior de A Coruña.
Las empresas que apoyan a Ártabros
Port aún recuerdan las palabras que el actual Presidente de la Xunta (antes Conselleiro de Política Territorial, Obras Públicas
y Vivienda) pronunció en 2004, al ser preguntado
por los medios de comunicación: “Primero
Langosteira y después Ártabros”, lo que representa la idea del PP respecto
a la iniciativa privada. Pues bien, dado que el proyecto de Langosteira ya es
una realidad, creemos que es hora de dar paso a Ártabros puesto que ha pasado
una década y todo sigue igual.
Puerto refugio
A lo largo de estos años hemos planteando
la construcción de un pequeño puerto refugio que se cerraba automáticamente con
un barco-puerta cuando el buque estaba dentro. La propuesta consiste en la construcción de un puerto refugio con
posibilidad de ampliación a un puerto comercial, porque la iniciativa privada
solamente lo construirá si le permiten explotar un enclave privado. Cuando
acaeció el accidente del Prestige lo lógico hubiera sido refugiar el
barco, pero la oposición de todos los puertos fue muy feroz por las malas
actuaciones del pasado. Para evitar nuevas catástrofes, un puerto refugio tiene
buena acogida en la actualidad, porque se dispondría de un enclave donde llevar
los buques en caso de cualquier incidencia.
La
decisión sobre Ártabros, es decir todos los permisos y
trámites dependen de la Xunta de Galicia, incluida la aprobación del estudio de
Impacto Ambiental. Esperemos que la Xunta sea capaz de reflexionar
acerca del panorama portuario gallego, y acierte a ver qué Ártabros supone la
única posibilidad de que Galicia atraiga a la iniciativa privada en el ámbito
portuario, tan vital para esa colaboración público-privada por la que aboga el ministerio de Fomento.