miércoles, 28 de julio de 1999

El superpuerto de Ferrol, un proyecto para Europa

Artículo de opinión del autor publicado en el diario "Cinco Días"

Un europuerto para el noroeste de España, que canalice el tráfico marítimo de la UE y el de los continentes americano y africano. En la actualidad se trata de un proyecto aún en ciernes, pero su importancia salta a un primer plano si se valoran la recientes recomendaciones de la Comisión Europea que está reclamando a sus países miembros una especial atención para el transporte marítimo, más rentable y menos contaminante que el terrestre o el ferroviario. La idea de construir un gran puerto en Ferrol comenzó a gestarse hace más de una década, aunque la ciudad de La Coruña también mantiene su candidatura para que el proyecto se localice en su costa. En cualquier caso, la tramitación de ambas posibilidades habría de canali­zarse a través de la Xunta de Galicia y el Gobierno central para su presentación ante la Co­misión Europea. En la carrera por gestionar un gran puerto comercial y de infraestructuras para Europa, España no es el único país interesado en hacer valer su proyecto. Portugal, Irlanda, Francia y Holanda también resultan potenciales competidores para la construcción del europuerto, aunque el de Ferrol cuenta con ciertas características de valor añadido.

A nivel nacional, la ubicación del hipotético superpuerto de Ferrol (denominado Artabros por sus propulsores en mención a la denominación de Magnum Artabrorum acuñada en la época romana), se localiza dentro de la ría de Ares, por lo que podría contar con una longitud superior a los 7 kiló­metros alcanzando a pocos me­tros de la costa profundidades superiores a los 30 metros. Así, los grandes calados favorecerían la maniobrabilidad de buques con capacidad superior a las 300.000 toneladas. De este modo, la localización estratégica del puerto dentro de las rutas marítimas internacionales (sobre todo de América y de África) y su situación dentro de la fachada atlántica permitiría competir con el puerto de Rotterdam, en Holanda, que tanto por su potencial económico como por su ubicación ca­naliza la mayor proporción de tráfico de mercancías del cen­tro y norte de Europa.



Además, la construcción de una planta de gas natural en Ferrol, para la que Tojeiro, Unión Fenosa, Endesa, Caixa Galicia, Gas Natural y la Xunta han invertido 20.000 millones de pesetas, podría formar también parte del complejo de infraestructura del superpuerto. En cuanto a la red de comu­nicaciones disponible, Ferrol dispone de autopista a Portugal, y para el año próximo se prevé la autovía que comunicará con la meseta, aunque aún es necesa­rio finalizar la autovía del nor­te o Transcantábrica, en fase de estudio en su tramo gallego. Otras infraestructuras adicionales se articulan por la proxi­midad a Ferrol de los aeropuer­tos de Labacolla y Alvedro. Pa­ra las conexiones ferroviarias, el FEVE de vía estrecha conecta Ferrol con el norte de España hasta Irún y podría compatibilizar el tráfico de personas y el de contenedores, aunque para establecer una red con capacidad para satisfacer las necesidades de transporte generadas por el puerto habría que establecer el tren de velocidad alta, con doble vía, habilitada para tráfico de mercancías, Además de esta red de comunicaciones, el proyecto ferrolano ha diseñado una Ciudad del Transporte que podría funcionar co­mo almacén para los stocks y mercancías provenientes del trá­fico marítimo y las empresas que operen en la zona logística del europuerto. Para su instalación existe ya una zona acondiciona­da, el polígono denominado Río do Pozo que, con una extensión de dos millones de metros cuadrados, presenta un bajo índice de actividad en la actualidad y, sin embargo, podría dar cabida a las industrias que desarrollara el europuerto.

 

Competidores

A nivel de la Unión Europea, el puerto de Setúbal, en Lisboa, supone un serio competidor para el proyecto de Ferrol, ya que el tráfico de mercancías de la fachada atlántica puede de­rivarse a esta localización si sus infraestructuras se desarrollan a mayor ritmo que las de los puertos españoles. De hecho, el Ministerio de Equipamiento y Planeamiento de Portugal ha proyectado ya la creación de una terminal de contenedores, una plataforma multimodal des­tinada a enlazar los muelles con el Ferrocarril y las carreteras y también la modernización de la carga, control y gestión del trá­fico marítimo.

A todas estas circunstancias se suma la reactivación económica de la zona que supondría la construcción del superpuer­to, incluida la generación de empleo directa e indirecta y la promoción de empresas que podrían instalarse en la zona, siguiendo el ejemplo de las ZEL (zona especial logística) de otros puertos españoles como el de Barcelona. Los principales impulsores del proyecto calculan que la primera fase del proyecto de inversión alcanzaría alrededor de 80.000 millones de pesetas. Uno de los modelos de financiación que se plantea hacer factible el proyecto y poder competir así con el resto de propuestas europeas es la posibilidad de que las autoridades portuarias ofrezcan iniciativas de inversión a las grandes compañías marítimas

En Estados Unidos, dos grandes compañías navieras (la norteamericana Sea-Land Service Inc. y la danesa Maersk Inc.) han participado activamente en la planificación de un centro de carga marítima para la costa noroeste. Y en el caso concreto de Maersk Inc., ayudando a financiar el nuevo superpuerto ame­ricano, como ya hiciera anteriormente con el Puerto de Norkfok, localizado en el suroeste, Virginia. Son sólo algunos ejemplos de la gestión americana para la construcción de grandes puer­tos o, simplemente, la implementación de infraestructuras ya existentes mediante la edificación de nuevas terminales, zonas de apoyo logístico, ampliación de calados o creación de trenes y barcos de cabotaje para distribuir la mercancía proveniente del tráfico marítimo. Una fórmula que puede cobrar vigencia en la carrera europea por gestionar grandes puertos. En 1997, los puertos de la UE movieron 2,9 billones de toneladas, un 89% de las cuales fueron extracomunitarias. En la misma fecha España importó el 85% de sus mercancías por mar y exportó el 75%, gran parte vía Rotterdam.

Un enclave en el noroeste español recogería un gran ­volumen de tráfico de buques que, de este modo, no necesitaría trazar rutas hasta la costa Holandesa ni, en su caso, bajar hasta Lisboa. Y aunque en la actualidad el proyecto se encuentra en una fase ­inicial, la candidatura de la costa ferrolana para construir una puerto europeo cuenta con otros aliados para hacerse realidad: la protección natural frente a oleajes y temporales que supone para la zona el saliente natural de Cabo Prioriño y el bajo impacto visual y medioambiental del superpuerto Artabros. Una propuesta que, de llevarse a buen puerto, transformará el tráfico marítimo español y europeo.

 

Tráfico marítimo a gran escala

Al igual que América del Norte, que está impulsando cuatro superpuertos (uno al norte y otro al sur en cada una de sus costas este y oeste), la Unión Europea necesita dos grandes puertos para la importación y la exportación de sus productos a gran escala. Por sus condiciones geoestratégicas, la mejor ubicación corresponde al noroeste español, tanto por sus aguas poco profundas y de perfecto abrigo, como por encontrarse dentro de las rutas marítmas con salida y/o entrada a Europa. La otra posibilidad sería el puerto de Rotterdam, en Holanda, pero que actualmente presenta problemas de congestión. Los grandes puertos europeos tienen calados limitados (Hamburgo, 11’9 metros; Rotterdam, 14’5 metros, Amberes, 10’4 metros, etc.), y los grandes buques necesitan más de 20 metros de calado.

El de Ferrol se convertiría así en uno de los pocos puertos europeos que posibilitaría a los armadores escalar grandes buques a cualquier hora del día y de la noche. Esto le permitiría canalizar productos de la Península Ibérica, norte de África y sur de Europa, bien por cabotaje o bien por vía terrestre (hasta un radio de 1.500 kms.) mediante ferrocarril y carretera. Además, las autopistas de navegación este-oeste y norte-sur confluyen en un mismo punto, el noroeste español. Un análisis comparativo de los tiempos de tránsito de los puertos del norte de Europa, con los principales recintos portuarios internacionales, demuestra en qué modo el superpuerto de Ferrol resultaría más competitivo, ya que su estratégica situación geográfica permitiría ofrecer un transit time inferior al resto de los puertos europeos.